Llevas leyendo «nosotras» en muchos de nuestros textos. Y ya toca presentarnos.

Este dúo profesional, que por esas cosas de la vida es fruto de una linda amistad, nació hace muy poco tiempo.

Yo soy Paula, y llevo en el mundo del modelado desde los tres años. Mi madre me hacía una masa de harina y agua para que pudiera jugar, tarde sí y tarde también. A los seis años comencé a asistir a un taller de cerámica. Más que detallar mi currículum y nombrarte mis títulos académicos, que sería muy largo y aburrido, me gustaría decirte que mi vida fue hermosa gracias al contacto con el arte.

Lo que me gustaría destacar es que yo no soy ceramista. Siento que esa calificación me queda muy grande. Soy una artista que utiliza el barro como medio expresivo. Mi carrera y mi máster están relacionados con las Bellas Artes. Pero de entre todas las disciplinas que he estudiado, la escultura siempre ha sido lo que me cautivó, y fue y sigue siendo sin duda la mejor forma que tengo para expresarme.

Llevo muchos años enseñando de forma presencial y mediante cursos online. Mientras escribo estas líneas más de 90 mil alumnos disfrutan de la cerámica desde casa gracias a ellos. Luego de un ir y venir alquilando espacios de coworking, por fin tuve mi primer espacio propio. Fue hace dos años, en 2021.

Instalada en mi propio taller tenía un mundo de posibilidades por delante. Y por eso abrí las puertas del taller a quienes quisieran disfrutar de este precioso mundo. Y ahí nos conocimos. Virginia fue alumna durante el primer año de apertura del taller y se enamoró del barro. Ella siempre estuvo ligada al arte, ya que su abuelo era profesor de la Facultad de Bellas Artes, y le transmitió sus conocimientos desde que era muy pequeña.

Ambas compartimos espacio durante dos años, siempre creando y proyectando a futuro. Y casi sin pensarlo llegó un momento en que nos dimos cuenta que el espacio se nos quedaba pequeño. Había que apostar nuevamente por un cambio.

Y aquí estamos…